Linfoma Tipo Hodgkin
Cuando las células tumorales son los linfocitos del sistema linfático, hablamos de linfoma. Dado que el tejido linfático se encuentra en todo el cuerpo, el linfoma en adultos puede comenzar en prácticamente cualquier parte del cuerpo. Hay dos tipos de linfomas: los denominados Linfomas No Hodgkin y el Linfoma de Hodgkin (este último se denomina así en honor a su descubridor el Dr. Thomas Hodgkin). En esta sección hablaremos exclusivamente de los Linfomas Tipo Hodgkin (LTH). Los LTH son un grupo heterogéneo de tumores que tienen diferentes comportamientos y pronósticos.
Hay muchos tipos de LTH, pero en líneas generales y según su comportamiento, se dividen en dos grupos: linfomas indolentes o de lento crecimiento y linfomas agresivos o de rápido crecimiento. Los primeros tienen un pronóstico bueno aunque son difíciles de curar, los últimos son más peligrosos, sin embargo en muchos casos pueden llegar a curarse con quimioterapia.
Clasificación:
Linfomas indolentes o de crecimiento lento:
Linfomas agresivos:
Linfomas altamente agresivos:
Linfomas cutáneos

Una vez que se ha diagnosticado el cáncer, se hacen pruebas para determinar su extensión y poder planificar el tratamiento más adecuado. El Linfoma No Hodgkin se puede dividir en los siguientes estadios:
Estadio I: El linfoma está presente en un solo grupo de ganglios linfáticos.
Estadio II: El linfoma está presente en dos o más de dos grupos de ganglios linfáticos, en cualquier caso situados al mismo lado del diafragma. El diafragma es la parte del organismo que separa el tórax del abdomen.
Estadio III: El linfoma está presente en varios grupos de ganglios linfáticos situados por encima y por debajo del diafragma.
Estadio IV: El linfoma ya está presente en algún órgano ajeno al sistema linfático
Además cada estadio se subdivide con “A” o “B” si están ausentes o presentes los siguientes síntomas:

La planificación del tratamiento depende del tipo de linfoma y de su extensión. En ocasiones se puede optar por una vigilancia médica sin tratamiento, particularmente en los linfomas indolentes de los ancianos. En líneas generales hay tres tipos de tratamiento, que son la quimioterapia, la terapia biológica y la radioterapia. El trasplante de médula ósea sólo se contempla en situaciones muy especiales. La cirugía no tiene, en principio, ningún papel en el linfoma a excepción de la cirugía para tomar una biopsia inicial o la cirugía en los linfomas gástricos.
La radioterapia es un tratamiento que utiliza radiación para eliminar células tumorales. La radioterapia puede producir alteraciones en la piel sobre la que se aplica: enrojecimiento o descamación. Ocasionalmente puede producir un cansancio leve. Además, puede dañar los órganos que están cerca del campo de radiación, como por ejemplo las gónadas (testículo u ovario), tiroides, pulmón, etc.
La vigilancia estrecha consiste en realizar revisiones periódicas sin administrar tratamientos hasta que aparezcan síntomas.
Es una opción adecuada para algunos tipos indolentes en ancianos.
La quimioterapia es un tratamiento de fármacos para eliminar las células tumorales. La quimioterapia se considera un tratamiento sistémico ya que el medicamento es introducido al torrente sanguíneo, viaja a través del cuerpo y puede eliminar las células tumorales de todo el organismo. Generalmente se administra directamente en la sangre a través de una vena; a veces se administra directamente en el líquido cefalorraquídeo para eliminar las células malignas del cerebro y médula espinal.
La quimioterapia de intensificación con trasplante de medula ósea se debe considerar en situaciones especiales. Los medicamentos usados en la quimioterapia suelen producir efectos secundarios como pérdida temporal del pelo, lesiones en la boca, nauseas, anemia, riesgo de sangrado, riesgo de infecciones o alteraciones menstruales. Estos efectos secundarios desparecen al finalizar la quimioterapia.
La terapia biológica o inmunoterapia consiste en administrar medicamentos para estimular al sistema inmunológico del organismo en su lucha contra el cáncer o que vayan dirigidos específicamente contra las células malas.
Este es un campo de investigación que ha permitido avances espectaculares en el tratamiento de estas enfermedades.
Por ejemplo, se han creado de manera sintética anticuerpos contra el linfoma que actúan como “balas mágicas” para eliminar el tumor y no dañar el resto del organismo.
Los anticuerpos monoclonales como el Rituximab son uno de los avances terapéuticos más importantes; otras posibilidades son el interferón y la Radioinmunoterapia.
El médico puede asesorarle a recibir radioterapia sobre la zona del tumor, o bien vigilancia periódica sin tratamiento. En ocasiones también se asocia quimioterapia.
Generalmente se utiliza quimioterapia asociada con radioterapia.
Se puede valorar la vigilancia estrecha en pacientes mayores que no presenten síntomas. Otras veces se recomienda quimioterapia asociada a anticuerpos monoclonales, y aplicación de radioterapia sobre la zona donde apareció el tumor.
Casi siempre se empieza con quimioterapia asociada a anticuerpos y radioterapia. En algunas ocasiones hay que administrar la quimioterapia dentro del líquido cefalorraquídeo para evitar que enferme el cerebro o la médula espinal. En algunos casos la enfermedad reaparece y puede ser necesario un tipo quimioterapia a dosis muy altas con trasplante de médula.
El tratamiento del Linfoma No Hodgkin puede curar a muchos enfermos. Sin embargo se han descrito algunas complicaciones de estos tratamientos entre los supervivientes que hay que conocer.
Y si reaparece, ¿qué posibilidades hay? Si reaparece la enfermedad existen tratamientos de rescate. Puede consistir en quimioterapia clásica, quimioterapia de intensificación con soporte de medula ósea y tratamientos en investigación.